El juego resulta ser una herramienta de gran utilidad para
la labor de transmisión educativa, es provechoso para el desarrollo de las
potencialidades de nuestros alumnos y un recurso ineludible, en niños y
adultos, para la canalización de las frustraciones.
La siguiente afirmación “El juego es una herramienta
esencial a explotar en todas sus dimensiones durante el proceso
enseñanza-aprendizaje, el juego asegura a cada niño la posibilidad de
incorporar a si mismo elementos de la realidad”, debería enfrentar al docente
con su tarea aúlica y preguntarse cuanto podemos transformar nuestra actividad
en favor de la conquista del saber, de la educación de nuestros alumnos.
Los docentes del nivel inicial y primario tenemos que buscar
por todos los medios posibles el acercamiento del niño al juego. Es preciso
poder cerciorarnos que dentro del aula se cumpla esta consigna pero para ello
debemos conocer por que el juego es nuestra herramienta más eficaz para nuestra
labor educativa.
Por ello realizaremos un recorrido por grandes pensadores de
la psicología y la pedagogía que nos servirán para fundamentar lo expuesto.
Tomaremos entonces las ideas de Sigmund Freud, Anna Freud, D. W.Winnicott, M
Klein y Jean Piaget. Estos autores logran en sus ideas plasmar la función que
tiene el juego en los niños, sus características, la finalidad del mismo así
como la utilidad que podemos obtener en su utilización para con los niños desde
lo pedagógico y lo psicológico.
S. Freud señala que el juego de los niños es elaborativo,
porque de el los niños desprenden un discurso hacia el observador
(interlocutor). El niño apuntala su mundo interno sobre los objetos del mundo
externo, sobre cosas a las que puede manipular. En el juego el niño deposita
grandes cargas de afecto. Lo opuesto al juego es la realidad.
Anna Freud define al juego como una actividad placentera,
primero en el bebé centrada en su propio cuerpo, luego al ir creciendo estará
centrada en el cuerpo de la madre y más tarde hacia los juguetes (como los
objetos transicionales). El juego apunta a la sublimación de las pulsiones lo
que favorece la adaptación, la constitución del yo y por ende el éxito del
aprendizaje escolar.
Melanie Klein destaca que con el juego se produce una
descarga de las fantasías, ya que en el juego estas encuentran representación.
El niño encuentra placer en el movimiento, en la palabra, en la repetición de
una acción vista en otro. En el no poder jugar se encontraría lo patológico,
por lo que es necesario distinguir el juego como estereotipo o simple
repetición, del juego creativo. La inhibición en los deportes, el movimiento,
el juego y la palabra respondería a una exagerada represión de las fantasías
sexuales del niño.
Por Andrea B. Taborda, especialista en investigación educativa.
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